Amanece… la mañana nos despierta, y podemos desvelarnos preocupados o con una emoción positiva y amorosa que nos hace levantar de la cama con premura.

Parece que todo irá bien, nos decimos en una parte profunda de nuestro ser, y casi sin darnos cuenta, estamos viviendo un flamante día.

Somos artífices del nuevo hombre, y digo artífices, porque construimos en cada actitud personal, un nuevo mundo; en cada momento, en cada sentir de cada momento, somos responsables de ello, porque formamos parte de la totalidad del planeta, y no estamos separados de el.

Todo nuestro sentir se refleja en este hogar que todos habitamos. No estamos fuera de la violencia, no estamos fuera de la injusticia, no estamos fuera de la barbarie.

Se impone una urgencia inmediata de cambiar el mundo y TODO ESTÁ DENTRO DE NOSOTROS.

Tenemos casi la obligación de observarnos y poner paz en nuestro ser en cada momento en que el cuerpo se tensa ante lo que consideramos nos es injusto, porque no podemos olvidar que dentro de cada uno de nosotros también habita el amor, la paz, y la justicia.

Vivir en un mundo mejor, requiere cambiar nuestros pensamientos y acciones con máxima celeridad, porque no hay tiempo que perder.

Nada está separado de nada, y al ser responsables y creadores del aire que cada uno de los seres humanos respiramos, debemos frenar de inmediato los pensamientos que ocasionan las emociones de enojo, rabia, impotencia o violencia, porque ya no es una opción, sino, una necesidad urgente que se impone, porque nuestro ser interno lo requiere, porque nuestro mundo lo grita.